En el principio era el corazón, y el corazón lo era todo; pero poco a poco, el calor y las promesas del verano se tornaron en miradas caídas y silencios vacíos cada vez más elocuentes. Sólo la acogedora hoguera que encendieron sus hijos fue capaz de mitigar el duro invierno que sobrevino; pero el hogar se apagó con su partida, y la tan ansiada primavera nunca llegó.
La mujer y el hombre finalmente murieron, y solo sus cadáveres ambulantes quedaron para testimoniar que alguna vez respiró vida su existencia.
En el principio era el corazón... pero el corazón no lo era todo al fin y al cabo.
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