jueves, 19 de septiembre de 2019

SIN LÍMITES


"El sudor se desliza por mi frente, mientras mis músculos entonan una algarabía de quejidos ante lo prolongado de la subida. Mediante su acelerado palpitar, el corazón también me indica que el esfuerzo que estoy haciendo quizá sea excesivo. Con una firmeza rayana en la locura, decido no prestar atención a estas señales y continúo ascendiendo.

Desde nuestra llegada al pueblo de Bezingi, la imagen del Cáucaso en todo su esplendor se mostró ante mí. Un tremendo muro, imponente y amenazador, desafiante e inexpugnable... Un auténtico desafío para mis habilidades y las de mis compañeros de viaje.

Mientras trato de continuar el camino hacia la cumbre, rememoro algunos de los momentos vividos a lo largo de los últimos días: la reunión de planificación degustando las bebidas tradicionales en Bezingi... El tremendo aguacero que sufrimos en el campamento base... El abandono de Sitvar tras sufrir una caída tratando de bordear una garganta...

A medida que avanzo, la velocidad se hace menor pero mi emoción es cada vez mayor. Tantos esfuerzos, tantos sacrificios... La neblina que nos ha acompañado en estos últimos metros comienza a deshilacharse, permitiéndome observar algunos retazos del paisaje circundante.

Y, por fin, observo la cima. Banderas y trozos de tela ondean agitados por el viento, testimonio multicolor de todos aquellos que me precedieron en este viaje. Asegurando cada paso, con la mirada fija en mi objetivo, finalmente doy cumplimiento a mi anhelo de los últimos años... Ha llegado el ansiado momento.

En cuanto mis pies hollan la cima, me doy la vuelta para contemplar toda la cordillera en su esplendor, para descubrir ese mágico lienzo que sólo les está permitido admirar a aquellos privilegiados que..."

En ese momento, Elijah emitió un sonido gutural, indicando que precisaba de ayuda. Su mujer, apartando la vista del móvil, pasó la página del libro que se encontraba en el soporte especialmente diseñado para él. Tras observar a su mujer con agradecimiento, Elijah volvió la vista al libro, dispuesto a continuar el maravilloso viaje en el que se había embarcado.


Pablo Moreno Borrallo