miércoles, 22 de diciembre de 2021

Beginning of Winter

    Cuando el primer copo de nieve rozó su nariz, se llenó de alegría, y sintió que aquel Beginning of Winter había sido perfecto. La nieve siempre tenía un efecto curioso: a pesar de ser tan fría, provocaba una extraña calidez interior.

    Con las bolsas llenas de paquetes, de camino al hogar, una anciana le ofreció una figurilla de un niño, un bebé, con los brazos abiertos y semidesnudo. Esforzándose por no torcer el gesto y ser amable, negó con la cabeza y prosiguió su camino.


miércoles, 20 de enero de 2021

Dime qué ves, y te diré quién eres

 —¿Qué ves? —, me dijo.

Mi reflejo me devolvió la mirada.

—Me veo a mí mismo —, contesté.

Me sobresaltó la piedra que cayó sobre mi cara, que explotó en mil pedazos iridiscentes. Al levantar la vista, solo quedaba el vacío y algunos cristales rotos. Volví la vista hacia el gesto serio de mi maestro.

—La vida es como esta piedra: impactará en tu alma, y si no eres fiel a ti mismo y a tus principios, destruirá la esencia de quién eres y no quedará nada.

Me tomó del brazo, y caminamos hacia la laguna.

—¿Qué ves? —, me dijo.

Mi reflejo me devolvió la mirada.

—Me veo a mí mismo—, contesté.

De nuevo, me sobresaltó la piedra que cayó sobre mi cara, que explotó distorsionando mi imagen en ondas que se expandieron por la laguna.

—La vida es como esta piedra: impactará en tu alma y tratará de deformar quién eres en realidad. Baja de nuevo la vista.

Al volver a mirar, contemplé de nuevo mi imagen, nítida y perfecta como en el principio. Alcé la vista hacia la sonrisa de mi maestro.

—Si eres fiel a ti mismo y a tus principios, la vida te pondrá a prueba, y en algunos momentos te sentirás irreconocible. Más, si perseveras en tus ideales, nunca olvidarás quién eres.

Incliné la cabeza humildemente, y hundí mi cuchillo en el corazón de mi maestro. Mientras exhalaba su último aliento, le susurré al oído:

—Gracias, maestro. Sin vuestras lecciones, jamás habría sido capaz de hacerlo.

viernes, 8 de enero de 2021

Una misión desesperada


- ¡¡¡¡Fiiiiiiiirmes!!!!

Cuando el sargento pronunciaba esa palabra, todos sabíamos lo que significaba. Todo el mundo en formación. A continuación, la perorata exaltada comunicándonos el objetivo de la misión, la estrategia a seguir… culminando con un breve pero intenso recordatorio de que éramos la élite, y que por tanto actuáramos como tal. Suspiré con resignación, y acudí a formar con el resto de mis compañeros.

- Descansen. Caballeros, hace una hora hemos recibido una llamada de socorro de abajo. No voy a engañarles: la situación es mala. Se requiere que actuemos con rapidez, decisión y precisión absolutas. Es decir… de la única manera que conocemos.

Interesante. Un giro inesperado del guión. Todavía no había terminado su discurso y ya nos estaba echando flores. Comencé a escuchar con más atención.

- Como escuadrón de avanzada, nos corresponde el honor de ser los primeros. El plan de acción es sencillo: el cabo Rogers, junto con diez de sus mejores efectivos, abordará el sector 7 mientras que Simmons rodeará el sector 6…

Perdí el interés. Esto ya me lo conocía. Al final, cuando el sargento terminara el discurso, Johnston se dirigiría a nuestro pelotón y nos transmitiría nuestras órdenes. Mientras el sargento continuaba con su interminable diatriba, yo me preparaba mentalmente para la acción. Llevábamos unas cuantas semanas estancados en el cuartel, y todos empezábamos a impacientarnos. Esta misión llegaba en el mejor momento.

Media hora después, Johnston nos reunió. Nuestro pelotón se encargaría de cubrir el sector 3. El transporte salía en quince minutos, por lo que debíamos estar preparados para entonces. A sus órdenes, cabo.


***


- ¡Caballeros, ya conocen cómo va esto! En cuanto la luz roja se encienda, se abrirá la compuerta y saltarán cada 5 segundos. Una vez en el aire, no rompan la formación. ¡Repito, no rompan la formación! ¿Ha quedado claro?

Claro, mi cabo. Hemos saltado ya más de cincuenta veces, cabo. Podríamos cumplir las órdenes con los ojos cerrados. Miro a Schumann a mi lado, y me dedica una media sonrisa. Todos pensamos lo mismo, pero guardamos silencio y asentimos con la cabeza.

- ¡No os oigo! ¿Ha quedado claro?

- ¡¡¡Sí, mi cabo!!!

La luz roja se enciende. Por fin. Cuando me llega mi turno de salto, siento el indescriptible júbilo que me llena siempre que comienza una misión. La sensación del viento azotando mi rostro mientras caigo me transporta a un estado que sólo puede catalogarse como felicidad. He nacido para esto.


***


Cuando los primeros copos de nieve se depositaron en el alféizar, el niño pegó la nariz al cristal y comenzó a gritar de júbilo. Derrapó hasta la cocina, donde se dirigió a su madre con una enorme sonrisa en el rostro.

- Está nevando, mamá. La carretera se va a helar y mañana no voy a poder ir al colegio. Qué pena, con la ilusión que me hacía el examen de Lengua…

Su madre puso los ojos en blanco y suspiró. Mientras, el niño se dirigió rebosante de satisfacción hacia el teléfono y pulsó las teclas que tan bien conocía.

- ¿Hola, está Markus? Ah, eres tú. Oye, está nevando y mañana no vamos a poder ir al colegio. ¿Te apuntas a guerra de bolas de nieve?

Misión cumplida.