jueves, 29 de diciembre de 2016

LOS REYES DE ORIENTE

—No hay duda ya. Esa estrella se está moviendo.
—Majestad. El príncipe solicita su presencia. Dice que hay revueltas y…
—Paparruchas. Reúne a mi séquito y manda emisarios a Baltasar y a Gaspar. Seguimos a esa estrella a donde nos lleve. Que les digan que se dirige a Occidente, aunque espero que esos jovenzuelos ya lo hayan deducido por sí mismos.
—Mi señor, vuestro reino os necesita.
—Tonterías. No soy más que un viejo cascarrabias al que le gustan los astros. Que se ocupe mi hijo. Chaval, nos vamos. Coge todo el oro que puedas. No sé cuánto nos tendrá nuestro lucero viajero caminando, pero no va a ser barato –se detuvo un instante al darse cuenta de que le había salido una rima y soltó una pequeña risilla.
—Pero… sí, Majestad.
El paje sonrió. No podía evitarlo, le gustaba su rey. Suspirando dio las órdenes y reunió todo lo necesario para el viaje.


La alarma de la nave lo envolvía todo.
—Teniente, ¿puede apagar ese maldito estruendo? ¿Qué es esta vez?
—Lo intento; pero nada funciona como debería. Podría ser cualquier cosa.
—Bueno. Tú cállalo. —El comandante Hobbes pulsó tres botones de dirección. Debía ir con mucho cuidado. No podía mover a la BrightStar demasiado rápido o los habitantes les detectarían. La tecnología había avanzado muchísimo, pero la aleación del casco seguía reflejando la luz. Y no podían alejarse lo suficiente de la superficie o los aparatos no captarían nada. Así que únicamente bajaban de noche, camuflados entre el resto de estrellas. Alterar el flujo natural del tiempo sería el peor resultado posible. Las paradojas temporales tenían a la comunidad científica aterrorizada. Un solo paso en falso y podrían causar un cataclismo temporal. Aquella no era la primera expedición temporal que se hacía; pero sí la que más se estaba arriesgando, nadie había orbitado tan bajo—. ¿Cómo van esos cálculos, Charlotte? ¿Estamos bien?
Oui, comandante. Las oscilaciones temporales permanecen estables. Los patrones astrales parecen corresponder a nuestro año 0. Aunque claro, no es seguro que nuestro año 0 sea el correcto. Ya sabe los líos que hubo con el calendario y demás.
—Bueno, por eso venimos con tiempo de margen. Así podemos echar un vistazo por toda la Tierra y ver cómo era todo en el famoso año 0.
—¿Cree usted que harán una peli de esto? ¡El Salvador de la Humanidad, el Documental!
—Cállate, Jackie Chan. Tú adoras a Goku como buen chinorri; pero algunos todavía creemos, por mucho que haya avanzado la ciencia. Y apaga de una vez esa maldita cosa.
—Si conseguimos volver a nuestro tiempo le voy a meter un puro por racista que se va a cagar, comandante.
—Cuando volvamos, teniente Sato, cuando volvamos. No nos gafes.
—Claro, señor. Menos mal que tenemos a la experta. Y menuda experta ¿eh? –el risueño treintañero le guiñó un ojo, tratando de hacerse el gracioso. Maldita política de integración racial. La sección temporal de la NASA no podía basarse en sus modales, Hobbes lo entendía; pero tenía que haber otro asiático tan listo como aquel payaso que fuera más digerible.
—Ni caso, Charlotte. Tú a lo tuyo, que lo haces muy bien. No quiero acabar en algún agujero negro no controlado. Y oficial Herrera, no deje de registrar ni un solo detalle, ¿eh?
El hombre asintió, sin dejar de teclear a toda prisa en el ordenador de a bordo. Estaba pasando a una unidad de memoria los datos que captaban con las cámaras de gran angular, de infrarrojos y de decenas de otros cachivaches que les habían colocado. Para evitar problemas, las órdenes eran  esconder el cacharro en algún lugar de la órbita que no pudiera ser encontrado salvo por la tripulación de la BrightStar. Así nadie podría toparse con él por casualidad antes de lo planeado.
—Bueno… —el comandante Hobbes no pudo reprimir la coletilla que lo caracterizaba. Le sucedía siempre que se ponía nervioso. Y entre los saltos transtemporales,  el pitidito, y lo buena que estaba la maldita experta del tiempo no había quien se relajara en aquella maldita nave—. Estoy mayor para estos trotes… T menos 129.689 horas, ¿copias, Herrera?
—Sí, señor. 3 meses para Belén, copiado.
—¿Pero Navidad no era en diciembre? –comentó burlón el teniente justo cuando el pitido dejó de sonar—. Ya está.
—Cállate, Sato. Te juegas limpiar los filtros hasta que lleguemos. Como sigas...
—Señor... creo que nos han visto -le interrumpió el calmado oficial latino-. Hay una caravana siguiendo nuestra trayectoria y mirando directamente hacia nosotros. No había dicho nada porque creía que era una casualidad, pero llevan ya una semana tras nuestra estela.
—Mierda. Preparaos para el ascenso, vamos a desaparecer del cielo.
—¡No, comandante! –inquirió alarmada la oficial Charlotte Lombrad—. Las oscilaciones temporales son estables, eso quiere decir que no estamos alterando la historia. Si nos siguen desde hace una semana es que nos tenían que seguir. No podemos modificar la historia.
—¡Ja! –se rió el teniente Sato—.  Ya sabemos qué era la Estrella que les guió hasta el portal de Belén.